La soledad no deseada es un problema social silencioso pero de gran dimensión, pues afecta cada vez a más personas en España y en el resto del mundo. El Observatorio Estatal de la Soledad No Deseada la define como: “la experiencia negativa en la que un individuo tiene la necesidad de comunicarse con otros y percibe carencias en sus relaciones sociales, bien sea porque tiene menos relación de la que le gustaría o porque las relaciones que tiene no le ofrecen el apoyo emocional que desea”. La diferencia, de esta manera, de otro problema como es el aislamiento social, que tiene una naturaleza más objetiva y medible.
Un fenómeno cada vez más extendido
Según datos de la Comisión Europea[1], la soledad no deseada afecta al 11,6% de la población española y 30 millones de personas se sienten solas con frecuencia en la Unión Europea. Cualquier persona puede experimentar la soledad no deseada en algún momento de su vida y sufrir las consecuencias que esta acarrea sobre la salud y la calidad de vida. Se trata de un fenómeno creciente y que nuestro sistema social y relacional parece estar agravando. Según un informe llevado a cabo por el Observatorio para conocer la percepción social en torno a la soledad, el 70% de las personas conoce en su entorno a alguna persona o personas que pueden estar pasando por esta situación y 1 de cada 10 encuestadas afirma no tener a nadie que le ayude en caso de necesitarlo.
Como vemos, no es ni mucho menos un fenómeno aislado, pero los estudios también señalan que la percepción de la soledad no deseada es mayor entre personas jóvenes, adolescentes y personas mayores: un 16,5% de las personas nacidas entre 1993 y 2001 (Generación Z) se han sentido solas en el último mes[2]. Esto es 3 veces más que la generación del Baby Boom (1946-1960). Igualmente, los estudios indican que existen otros grupos sociales concretos con mayor probabilidad de padecer soledad no deseada, por ejemplo, las personas con discapacidad, las personas inmigrantes o las personas cuidadoras.
Una acción conjunta decidida, impulsada desde lo público
A medida que el problema se extiende, crece asimismo la percepción entre la opinión pública sobre su importancia y la urgencia de actuar. Así, según el mencionado estudio, el 92,2 % de las personas opina que se trata de una cuestión bastante o muy importante y, además, un 82% considera que está ganando importancia con el tiempo.
Ante esta situación, existe el sentimiento compartido de que es necesario actuar y poner en marcha una acción coordinada de diferentes agentes sociales que priorice la lucha contra la soledad no deseada. Que las políticas deberían prestar mayor atención a este problema es una opinión compartida por el 72% de las personas encuestadas. En los próximos años deberíamos asistir al nacimiento de nuevas estrategias y medidas impulsadas desde el sector público para atajar esta lacra social. En este sentido, el Gobierno ya está trabajando en una Estrategia Nacional que, esperamos, verá la luz en los próximos meses. Sin embargo, las soluciones no deben venir sólo por parte de la Administración central: el papel de las entidades locales, como recursos de proximidad presentes en la vida comunitaria de sus territorios, tienen también un papel que se muestra esencial para revertir la situación. Ciudades como Barcelona, Diputaciones como Álava o Comunidades Autónomas como Castilla y León ya cuentan con una estrategia específica, mientras que diversos territorios la están considerando de forma transversal en otras iniciativas.
Hacerlo será finalmente una cuestión de toda la sociedad. El 31% de las personas encuestadas en el Informe del Observatorio Estatal de la Soledad No Deseada ya realiza acciones para combatirla y a 2 de cada 3 les gustaría poder llevarlas a cabo. La mayoría cree que los medios de comunicación no se hacen suficiente eco de la situación. Sin embargo, la mayoría defiende la necesidad de un liderazgo de la Administración en este asunto.
Desde nuestra partición en diversos proyectos privados y públicos relacionados con la soledad no deseada, observamos que es fundamental generar evidencias, conocer y difundir buenas prácticas, fomentar la innovación social, elaborar Planes y Estrategias y evaluar las acciones que se ponen en marcha.
Para la puesta en marcha de políticas y acciones en primer lugar es fundamental que desde las Administraciones se genere conocimiento sistematizado y riguroso sobre la soledad no deseada, realizando estudios e investigaciones que permitan profundizar sobre el fenómeno y las posibles estrategias de afrontamiento. Estos estudios permiten identificar perfiles y necesidades sociales que son indispensables para la puesta en marcha de políticas y acciones contra la soledad no deseada.
Asimismo, otra cuestión clave es conocer lo que se hace y funciona. Existen numerosas experiencias, tanto a nivel nacional como internacional que pueden servir de ejemplo, extrayendo buenas prácticas y herramientas que puedan servir de inspiración para otras iniciativas y políticas. Así, la sistematización de conocimiento y el intercambio de experiencias, mediante la organización de espacios de intercambio entre los diferentes actores (administración pública, activismo social, empresas, entidades sociales e investigación académica) es muy relevante.
La soledad es un fenómeno complejo de identificar y abordar. Por ello, es importante promover la innovación social en este campo, apoyando el diseño y puesta en marcha de proyectos innovadores en materia de la soledad no deseada. Algunas líneas de trabajo pueden innovar en la detección, apoyándose en los entornos de las personas mayores, incorporar enfoques participativos, establecer sistemas de seguimiento conjuntos que incluyan a actores públicos y comunitarios, introducir figuras para la intervención y seguimiento o aprovechar las nuevas tecnologías.
Además, es necesario que las Administraciones de los diferentes niveles vayan desarrollando Estrategias y Planes para paliar la soledad no deseada, en línea con lo que algunas Administraciones ya están realizando. Estas Estrategias permiten impulsar y articular las políticas y acciones contra la soledad, abordando el fenómeno desde una perspectiva transversal. Las instituciones que han puesto en marcha políticas contra la soledad han entendido que estas no funcionan si no se hace con una implicación muy activa de distintas administraciones, entidades de iniciativa social, tejido empresarial y en especial de todos aquellos servicios y personas que interaccionan diariamente con las personas, impulsando medidas, espacios y políticas en las que cooperen los distintos actores.
Finalmente, otra de las cuestiones clave es impulsar el seguimiento y evaluación de los programas y acciones sobre soledad no deseada que se desarrollen. Evaluar permite generar evidencias sobre el impacto de los programas que se llevan a cabo.
[1] EUROPEAN COMMISSION, JOINT RESEARCH CENTRE (2021). «Loneliness in the EU – Insights from surveys and online media data»
[2] Informe de Percepción Social de la soledad no deseada. Observatorio Estatal de la Soledad No Deseada, 2022.