Las ONG del sector de las adicciones deben buscar un modelo de financiación más sostenible

Persona analizando un informe financiero.

En los últimos meses hemos estado trabajando junto a UNAD (Unión de Asociaciones y Entidades de Atención al Drogodependiente) en un estudio que profundiza en el sistema de de financiación del sector de las adicciones.  El principal objetivo de este trabajo es conocer mejor cómo se instrumenta la cooperación público-privada en este campo, para así encontrar los aspectos clave a mejorar y las estrategias para alcanzarlos.

¿Cómo es la financiación del sector de las adicciones?

El estudio ha servido para constatar que las entidades se financian principalmente a través de fondos públicos para el desarrollo de sus programas y servicios, especialmente procedentes del ámbito autonómico.  Sin embargo, en la mayoría de los casos deben además completar esta financiación, que resulta insuficiente, normalmente a través de fondos propios. 

El mecanismo de cooperación público-privada más utilizado en el sector es la subvención, seguido del convenio, mientras que los contratos apenas están presentes en un tercio de los casos y el concierto es una excepción en el conjunto de servicios analizados.

 

Hacia un modelo de financiación sostenible

La cooperación público-privada se está transformando para adaptarse a los cambios sociodemográficos, las tendencias en las políticas sociales y los cambios normativos nacionales e internacionales. Las entidades del sector de las adicciones deberían estar atentas a estos cambios y trabajar para mitigar sus efectos negativos (como la posible concurrencia competencia del sector empresarial) pero también para aprovechar sus efectos positivos.

Según se concluye del estudio, se necesita un cambio en los sistemas de financiación, que debe de ser promovido conjuntamente por las entidades que actúan en el campo de las adicciones y por las propias administraciones que financian los programas y servicios. La financiación debería basarse en tres características:

  • Ser suficiente: pues actualmente no cubre en su totalidad los costes de los servicios.
  • Ser estable: no debería estar supeditada a los presupuestos y decisiones anuales, tal y como ocurre en la actualidad.
  • Ser adecuada: tendría que ser flexible para adaptarse a las necesidades de los programas.

De acuerdo con todo ello, el cambio en los sistemas de financiación debe orientarse hacia un modelo que se materializa en cinco ideas fuerza, cuyos fundamentos y contenidos desarrollamos a continuación:

  1. Un nuevo modelo de cooperación público-privada, que no esté basado en el principio de subsidariedad, como hasta ahora, sino en la idea de que ambos ámbitos, público y privado deben ser fuertes y complementarse.
  2. Generar un discurso robusto soportado en evidencias: las entidades de adicciones deben mostrar claramente el impacto social y económico de su actividad. Este impacto incluye elementos intangibles como la riqueza social, los valores de la convivencia, la calidad de vida… Solamente demostrando estas contribuciones, que son diferenciales y específicas de las entidades sociales, es posible reivindicar que en el marco de los distintos modelos de cooperación público-privada (contratación pública/licitación, sistemas de acreditación, presupuestos personales, concesiones), se establezcan criterios que den una “preferencia”.
  3. Apoyarse en los avances que se han dado en otros sectores. Debemos estudiar otros ámbitos y aprender de su experiencia, como por ejemplo la atención a personas mayores, la atención a la dependencia, la discapacidad, la atención a la infancia, etc., en los que buena parte de los servicios se financian de modo continuado por procedimientos estables, normalmente conciertos y contratos.
  4. Estar atentos a las necesidades y generar nuevos servicios. La sostenibilidad del sector de las adicciones también depende de su capacidad para adaptarse al comportamiento del “mercado” y las necesidades de las personas con adicciones. Esto se consigue “vigilando a la competencia”, desarrollando nuevos servicios, abriéndose a nuevos grupos de población y apostando por la investigación y la innovación, por ejemplo.
  5. Reforzar la cooperación en el sector y con otros actores. Hoy por hoy, a pesar de los avances en las alianzas, redes y organizaciones de segundo nivel, la cooperación en el plano operativo sigue siendo un reto para las entidades sociales. Son escasos los proyectos que se desarrollan en conjunto, son raros los procesos de fusión entre entidades, o de organización territorial orientada a la simplificación de los procesos y de los servicios.

Mejoras operativas en los instrumentos de financiación más comunes

La debilidad fundamental del sistema de financiación de las entidades del sector es que se utiliza la fórmula de subvenciones para financiar servicios que por su naturaleza han de ser estables y continuados en el tiempo, como es el caso de los Centros día, las Viviendas y pisos o los Centros ambulatorios.

Comparativamente con otros ámbitos de necesidades, sobre todo del campo sociosanitario o de la exclusión, estos servicios parecen estar quedándose fuera de las tendencias actuales hacia la financiación estable. En otros campos, las administraciones han entendido más fácilmente que hay determinadas necesidades o problemáticas que requieren atención a lo largo del tiempo. Estos servicios tienden a prestarse de modo continuado porque requieren un abordaje a largo plazo y, poco a poco, han pasado a instrumentarse mediante contratos o conciertos; aquellos que son considerados más puntuales o “menos garantizados”, se siguen instrumentando mediante subvenciones.

El sector de las adicciones debería seguir este mismo camino y, para ello, trabajar también por conseguir mejoras operativas en los tres sistemas más comunes: conciertos, contratos y subvenciones. Consciente de estos retos, sigue trabajando en este ámbito.

Equipo Fresno Leticia Henar

Leticia Henar

Consultora en el área de Asesoramiento Estratégico

Especializada en investigación y evaluación de impacto de políticas de inclusión social, empleo y género.
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